Cuando un Continente se une: así se consolidó la Red Latinoamericana de Estudios Mesofóticos

En un rincón del litoral brasileño, durante el II Workshop en CEBIMar, más de 40 investigadores de 10 países dieron vida a una red inédita que promete cambiar la forma en que el continente explora las profundidades oceánicas.

 

La mañana avanzaba húmeda y verde en CEBIMar, el Centro de Biología Marina de la Universidad de São Paulo. Entre los bambuzales que custodian el camino hacia el mar, un grupo de científicos latinoamericanos se encontraba en el inicio de la jornada cuando un ruido fuerte —“como un pavo gigante”, recordaría después una participante— interrumpió el café de bienvenida.

 

Todo el grupo levantó la vista al mismo tiempo. Biólogas marinas, fisiólogos, expertos en tiburones, jóvenes doctorandos, buzas técnicas miraron fascinados al ave que se abría paso entre las hojas. Fue un instante breve, pero ahí, en ese momento compartido, se pudo percibir una curiosidad común. “A veces vas a congresos donde todos están apurados, pero aquí la gente se detuvo a mirar”, diría después la argentina Candelaria Piemonte. “Ese pequeño momento lo dice todo: nos permitimos reír, jugar, vivir vulnerabilidad. La ciencia también nace de esas pausas”. Esa mañana comenzaba el II Workshop de Arrecifes Mesofóticos de Latinoamérica, y, también el fortalecimiento de una red científica continental.

 

Una idea que estaba madurando hace años

 

La idea llevaba tiempo circulando en conversaciones, pasillos de conferencias y reuniones virtuales entre laboratorios dispersos en el territorio americano. Pero fue en Brasil donde tomó cuerpo: durante el encuentro, profesionales del NUTME —Núcleo Milenio para la Ecología y Conservación de los Ecosistema de Arrecifes Mesofóticos Templados— junto con un equipo del el Centro de Biología Marina de la Universidad de São Paulo (CEBIMar-USP), propusieron un paso decisivo: consolidar la Red Latinoamericana de Estudios Mesofóticos mediante una serie de acciones concretas.
Un nombre sencillo para una alianza enorme.

 

Más de 40 investigadores e investigadoras de 10 países participaron del workshop, representando instituciones de Chile, Argentina, Perú, Ecuador, México, Colombia, Brasil, Venezuela, El Salvador y EE.UU. Muchos se conocían de publicaciones o referencias académicas; pocos habían compartido tiempo cara a cara. Y menos aún habían tenido la posibilidad de discutir metodologías, desafíos y sueños en un mismo espacio.

 

“Es especial estar en un sitio donde se habla español y portugués, donde estoy con mi gente latina haciendo ciencia”, diría la ecuatoriana–canadiense Salomé Buglass, de la Charles Darwin Foundation. “No es lo que vivo en Canadá. Aquí me siento en casa”.

 

 

La frontera mesofótica: donde el océano cambia de reglas

 

En los últimos años, la frontera de lo que Latinoamérica puede explorar bajo el mar ha cambiado para siempre. La llegada de tecnologías avanzadas —que hasta hace poco parecían reservadas a grandes potencias— ha abierto un mundo antes inalcanzable en los arrecifes mesofóticos. El buceo con rebreathers o circuito cerrado, por ejemplo, permite sumergirse donde antes solo reinaba el silencio: cada respiración es recirculada y purificada, lo que ofrece tiempo, calma y profundidad. Rodrigo Alarcón, responsable de operaciones náuticas en la Estación Costera de Investigaciones Marinas de Chile, lo explica con una claridad casi poética: “Para obtener datos en arrecifes profundos, la seguridad es clave. El buceo técnico profesionalizado es lo que nos permite llegar donde la ciencia lo necesita”.

 

A esa exploración directa se suma un conjunto de herramientas que permiten leer el océano sin tocarlo. El ADN ambiental revela rastros de vida en el agua, fragmentos diminutos que cuentan la historia de especies difíciles de capturar o incluso imposibles de ver. Las BRUVs —cámaras remotas con carnada— filman la vida que se desplaza fuera del alcance del ojo humano: tiburones, peces grandes, depredadores sigilosos que solo emergen cuando la presencia humana desaparece. Y mientras las cámaras registran, la fisiología abre nuevas preguntas: en las costas de Chile, la desoxigenación está generando ambientes tan pobres en oxígeno que se asemejan a zonas a cientos de metros de profundidad en el océano abierto. “Es increíble ver ambientes hipóxicos a 20 o 30 metros”, confesaba sorprendido Yannis Papastamatiou, de Florida International University. “Eso normalmente lo ves a cientos de metros. Es un laboratorio natural para entender el futuro del océano”.
Estas metodologías no solo amplían lo que sabemos: están transformando la manera en que Latinoamérica estudia su propio mar. Cada sensor, cada inmersión y cada muestra genética se convierte en una ventana hacia un océano que cambia rápido.

 

Voces que tejieron un continente

 

El workshop no fue una sucesión de diapositivas. Fue una conversación coral, donde cada presentación abría un puente distinto. Aquí se cruzaron territorios, metodologías y acentos. La investigadora Cristina Cedeño presentó las áreas mesofóticas del Caribe colombiano. “No vine a mostrar resultados aislados, sino a compartir una visión amplia”, explicó. Para ella, la discusión sobre la hipótesis del refugio fue clave: ¿son los mesofóticos refugios para especies afectadas en aguas someras? “Me llevo nuevas metodologías y un fortalecimiento del trabajo colectivo”.

 

Para Jeannette Pérez, de la Universidad Central de Venezuela, la experiencia tuvo un sentido claro: “Trabajamos con comunidades distintas, pero el objetivo es el mismo. Este encuentro nos permite estandarizar, comparar e inspirarnos”. Mientras tanto Robert Lamb, de la Universidad de Florida, lo dijo con claridad: “A veces los congresos se centran en una técnica o grupo taxonómico. Aquí vimos un ecosistema completo. Eso es muy valioso”. Y agregó algo que resonó en la sala: “Me alegra ver a tantas mujeres jóvenes capacitándose. Ellas llevarán este campo hacia adelante”.

 

Respecto a lo anterior la investigadora brasileña Julia Marx quedó impactada por la profundidad de las presentaciones. Pero puso el acento en algo que abrió conversación: “Necesitamos más mujeres en posiciones de liderazgo. Gretchen Goodbody es increíble, pero cuando miras la proporción de mujeres, no es equilibrada”. También habló sobre Beatriz Salgado, asistente de investigación y buza técnica del Núcleo Milenio NUTME, a quien calificó como “una Mujer Maravilla”. “Eso me inspira. Quiero ver más mujeres haciendo trabajos de esta calidad”.

 

Patricia Carvajal, de IMARPE, ofreció una perspectiva fundamental: “Perú está recién empezando, pero ver estos avances me llena de ganas de seguir. Me voy agradecida y con energía para aportar”. Finalmente para para la chilena Miriam Fernández, referente en ecología marina, este fue uno de los talleres “más participativos” que ha visto. “Nos vamos con una gran tarea: aprovechar esta colaboración para estudios comparativos a escala amplia”.

 

 

Interdisciplinariedad: cuando la ciencia se mezcla con educación, arte y divulgación

 

Uno de los momentos mejor valorados fue la sesión de comunicación y educación. Para Priscilla Teixeira, investigadora brasileña, fue especial: “En los congresos, ciencia, arte y educación están separados. Aquí estuvieron al mismo nivel. Eso lo valoro muchísimo”. Priscilla también recordó otras experiencias: “CEBIMar me recuerda mis inicios hace 10 años, en un lugar lleno de bambuzales cerca del mar. Estar aquí despertó esos recuerdos”.
Celeste Kroeger, del Núcleo Milenio NUTME, junto a Mayra Figueroa estuvieron a cargo de esta sesión. “Buscamos generar un espacio lúdico, en el que se compartieran experiencias internacionales que pudieran inspirar y también desafiamos al grupo de investigadores e investigadoras del workshop a diseñar experiencias educativas basadas en los resultados que vinieron a presentar al encuentro”, dijo Celeste.

 

Hacia una red continental

 

“La Red Latinoamericana de Estudios Mesofóticos nace con tres impulsos principales: Construir una comunidad científica estable y diversa con participación de investigadores senior, jóvenes, instituciones líderes y países que recién comienzan; Integrar metodologías avanzadas como buceo de circuito cerrado (Rebreathers), cámaras remotas con carnada (BRUVs), ADN ambiental (eDNA), monitoreo fisiológico, oceanografía física y modelación; y Crear un marco comparativo continental, permitiendo estudios transversales: del Caribe al Pacífico sur, del trópico al sistema templado”, así lo señaló Hudson Pinheiro, investigador del CEBIMar, quien lideró la organización de este II workshop internacional.

 

Los próximos hitos ya están en marcha, pues se realizará una próxima reunión regional 2027 en INVEMAR (Colombia). Alejandro Pérez-Matus, director del Núcleo Milenio NUTME, indica que las y los investigadores ya están coordinados para elaborar un paper de síntesis con foco en biodiversidad, ambiente físico, biogeografía y estados de conservación de los arrecifes mesofóticos latinoamericanos. También se avecinan en el horizonte intercambios de capacitación y becas para estudiantes, establecimiento de protocolos comparativos de muestreo y colaboración para proyectos de financiamiento internacional.

 

El cierre: una frase que ya es símbolo

 

En la sesión final del workshop, el grupo se reunió para proyectar los próximos pasos. La conversación fue franca, entusiasta y colectiva. Entonces reapareció una frase que había surgido varias veces durante la semana: “Together we dive deeper”, “Juntos buceamos más profundo”. Nadie la cuestionó. Nadie propuso otra. Porque era exacta. No hablaba solo de profundidad física. Hablaba de confianza, cooperación y futuro. Cuando terminó el workshop, ahí estaban representantes de Chile, Argentina, Perú, Ecuador, México, Colombia, Brasil, Venezuela y Estados Unidos, hablando con una familiaridad que una semana antes no existía. La red ya estaba viva. Solo había que nombrarla.

 

Y así, en CEBIMar, entre risas, presentaciones, aves curiosas y discusiones profundas sobre oxígeno, depredadores y sensores, se consolidó la Red de Estudios Mesofóticos (LATAM Mesophotic Network), un esfuerzo colectivo que promete poner a Latinoamérica en el mapa global del estudio de los arrecifes semi profundos. Un continente entero, buceando más hondo. Juntos.

 

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Texto: CDvulga y NUTME

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