Con la participación de profesionales de 10 nacionalidades, y en un workshop realizado entre el 18 y el 20 de mayo en la Estación Costera de Investigaciones Marinas, en Las Cruces, se sentaron las bases de una red de colaboración internacional para el estudio de los arrecifes mesofóticos de Latinoamérica.
Se encuentran usualmente entre los 30 y los 150 metros de profundidad, donde la luz es escasa, son ecosistemas rocosos y únicos, también conocidos como arrecifes mesofóticos. “Como la luz, la cantidad de estudios disponibles de estos lugares también es limitada, siendo especialmente escasos para las zonas templadas de América del Sur”, indica Alejandro Pérez-Matus, director del Núcleo Milenio NUTME y parte del equipo organizador del Workshop “Arrecifes mesofóticos de Sudamérica: Ecología y conservación”, el primer encuentro internacional de este tema organizado en Sudamérica.
El encuentro, realizado en la Estación Costera de Investigaciones Marinas (ECIM) de la Universidad Católica (UC), en Chile, contó con la participación de expositores y expositoras de Brasil, Ecuador, Perú, El Salvador, Colombia, Argentina, México, Chile, Inglaterra y Estados Unidos, y combinó charlas magistrales, presentación de resultados, talleres prácticos y mesas de discusión. En todas las instancias reinó un clima cálido, de compartir experiencias, limitaciones, desafíos y proyecciones.
Augusto Flores, profesor del Centro de Biología Marina de la Universidad de Sao Paulo (CEBIMar), destacó que el workshop agregó los intereses de mucha gente en Latinoamérica y que fue una oportunidad de unir esfuerzos y expertise para el estudio de los arrecifes mesofóticos en la región. En la misma línea, Johanna Segovia, coordinadora del Centro de Investigaciones Marinas y Limnológicas de la Universidad Francisco Gavidia, en El Salvador, expresó que “la participación de las asistentes salvadoreñas a este evento buscó conocer metodologías y experiencias de los demás países. En El Salvador iniciamos recientemente trabajos en la zona mesofótica y ya estamos descubriendo nueva biodiversidad para el país. Intercambiar experiencias con las personas que están trabajando desde hace un rato o que están implementando nuevas tecnologías para comprender estos ecosistemas es muy relevante para nosotras”.
Estudios en otros lugares del mundo sugieren que los arrecifes mesofóticos no solo actúan como reservorios de especies y genes únicos, sino que también estarían conectados a los ecosistemas más superficiales, por ejemplo mediante la provisión de refugio para algunas especies particularmente amenazadas por el cambio climático y otros impactos antropogénicos. Pese a su importancia, poco es lo que se sabe de estos lugares, porque estudiarlos es muy desafiante, la logística es compleja y el equipamiento es usualmente caro. Hay lugares tan inexplorados que se pueden encontrar ¡hasta 2 especies nuevas en promedio por hora de buceo!, comentó Hudson Pinheiro en su charla magistral, el segundo día del encuentro.
Hudson Pinheiro, investigador del CEBIMar y especialista en buceos profundos, aprovechó la instancia para recalcar la importancia de estandarizar las metodologías y hacer estudios colaborativos que permitan comprender mejor los arrecifes mesofóticos. “Cuando nos unimos, tenemos la oportunidad de pensar en grande, de buscar responder preguntas más complejas y de compartir experiencias, sobre lo que hemos hecho bien y lo que podemos mejorar. Si trabajamos juntos, por ejemplo, podemos hacer experimentos en una escala espacial mucho mayor y conseguir un mejor entendimiento de los patrones y procesos de la vida de los arrecifes profundos y semi-profundos”, enfatiza.
El encuentro también contó con un número importante de estudiantes, tanto de pregrado como de doctorado, siendo una instancia relevante en su formación como profesionales de las ciencias. “Fue super interesante ver que hay varias cosas que no estamos haciendo en Galápagos y que podríamos hacer ya mismo, que no son caras, y también otras que necesitamos conseguir los recursos” dice Salomé Buglass, científica en la Fundación Charles Darwin en Galápagos y estudiante de doctorado de la Universidad British Columbia en Canadá. “Lo que me encantó de esto es que estamos viendo una estrategia para apoyarnos con equipos y con conocimientos entre países latinoamericanos.También destaco mucho el trabajo de las mujeres que están haciendo buceo aquí, super preparadas. Su experiencia me inspira mucho porque, según mis experiencias pasadas, este es un campo dominado en su mayoría por hombres”.
En palabras de Vladimir Garmendia, estudiante de doctorado de la UC, fue muy gratificante tener la posibilidad de interactuar con profesionales cuyo trabajo sigue hace tiempo, “espero que este sea el primer workshop de muchos más, y que a partir de acá se genere una red de colaboración de estudios mesofóticos para la región, de forma que sea un impulso para todos quienes estamos presentes”.
¿Las buenas noticias? Que las expectativas de quienes asistieron se alinean con los acuerdos tomados en el encuentro. “Se definió que habrá un segundo workshop en Brasil y se espera llegar a ese momento con los primeros resultados de investigaciones coordinadas entre diferentes países de latinoamérica, como parte de los primeros pasos en la conformación de una red de colaboración internacional para el estudio de los arrecifes semiprofundos de Latinoamérica”, indicó Sergio Navarrete, director de ECIM e investigador principal del Núcleo Milenio NUTME.
Organización del encuentro
El primer workshop sobre arrecifes mesofóticos con foco en Sudamérica fue organizado en conjunto entre el Núcleo Milenio para la Ecología y Conservación de los Ecosistemas de Arrecifes Mesofóticos Templados (NUTME), de Chile, y el Centro de Biología Marina (CEBIMar), de Brasil. Contó con el apoyo y patrocinio de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile (ANID) a través de su Iniciativa Científica Milenio, y de la Pontificia Universidad Católica de Chile que patrocinó tanto en el marco de la celebración del aniversario número 40 de la Estación Costera de Investigaciones Marinas, como a través de fondos concursables obtenidos por los estudiantes de doctorado en ciencias biológicas de la UC Ítalo Fernández Cisternas y Vladimir Garmendia Fernández, otorgados por la Escuela de Graduados UC de la Vicerrectoría de Investigación.